Durante la cena posterior a las mangas de esta edición del Open de Lucio pude aprender muchas cosas escuchando a verdaderos expertos de la pesca de este pez. Melchor Carrillo y Justino Royuela, los hermanos Pérez, Emilio Pastor, Juan Carlos Valcuende y Tito llevan años capturando esócidos con pikies, sin duda el señuelo estrella para un pantano como Orellana, y tanta experiencia les ha permitido mejorar el empleo de estos artificiales. Y lo compartieron conmigo.
Una de las cosas más curiosas que escuché tiene que ver con el empleo del pikie como detector de picadas, técnica bautizada in situ como «pikie sonda». Justino y Melchor, ganadores de una edición del Open de Lucio, llevaban 75 vinilos del mismo modelo y mismo color por una razón:
El lucio muchas veces ataca mal y no se clava en ninguno de los anzuelos del pikie, especialmente en el segundo día de competición, ya que los peces están más castigados. Tras detectar una picada fallida, Melchor y Justino observan con detenimiento el estado en el que ha quedado el vinilo buscando marcas de los dientes del esócido en el señuelo. De esta forma saben qué parte del engaño están mordiendo los peces para colocar una potera extra en otro pikie nuevo y así evitar picadas fallidas.
¿Para qué tantos pikies iguales? Una picada de lucio deja una marca en el cuerpo del señuelo, señal que sirve de orientación para colocar una potera «extra» en otro pikie igual en el lugar en el que han mordido el «pikie-sonda». Justino y Melchor llevan varios pikies del mismo modelo montados con anzuelos triples en diferentes zonas: en la cola, por debajo, en la cabeza, etc. Así, cuando tienen una picada fallida y saben el lugar en el que muerden los peces, montan un nuevo pikie que ya traen «tuenado» de casa para ahorrar tiempo. Así, logran mayor eficacia en los ataques y capturan más lucios.
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